martes, 2 de abril de 2013

El chamanismo: Thom Yorke y la influencia de la música en la cultura.

El arte existe para ser percibido, mas bien para ser sentido; es un ente que se alimenta del dolor humano y del drama. Incluso si una canción tiene unos tintes mas vitalistas, aun sigue extrayendo su esencia del dolor de la existencia, a cada momento que respiramos y percibimos el mundo de manera distinta, el dolor se acrecienta en nosotros, nos mantiene despiertos. El arte es forma, si nos desprendemos de este concepto aseguraríamos que vivir en si es un arte, que todo hombre es un artista o al menos alguien que percibe el día a día como los capítulos de una larga obra; acumulando todas nuestras experiencias, todas esas sensaciones irracionales que se amontonan en nuestro subconsciente y que poca gente son capaces de soltar. Podría decirse que el arte es un camino espiritual, una liberación. El artista es un chaman, el verdadero artista es un verdadero chaman; alguien capaz de dar la vuelta a toda una sociedad a un nivel tanto colectivo como individual. De hecho, cuando la obra de un gran artista logra plantar su semilla en prácticamente todo ser viviente, esta ha debido haber pasado antes por un proceso de transformación, que ha dado lugar a la creación de una atmósfera sublime y diferente, que se termina mezclando en la cultura; creando así un ambiente peculiar y distinto en cada época, una armonía que se extiende por los siete mares y los cinco continentes y nos imbuye a todos de una extraña paz interior.
En concreto la música es la mas abstracta de las artes, pues esta se aleja del espectáculo fenomenológico y se sitúa en un plano temporal y el tiempo es un proceso mental, por lo que, en cierto modo, podría decirse que la música se encuentra mas en nuestra cabeza que en cualquier otro lugar. Siendo así la música la mas abstracta y visceral de las artes, se convierte así en el arte mas capaz a la hora de plasmar el ambiente de una época, es toda una mezcla de todos los distintos estados de ánimo por los que hemos pasado en nuestra historia. El camino del músico es un camino angosto y estrecho, húmedo y oscuro; donde las astillas se sacan   poco a poco algunas veces y otras, de manera brusca y descuidada; distintos medios que buscan un único fin: evitar el dolor. De todas formas esa expresión desinhibida ayuda al artista, junto con su capacidad, a deshacerse de todo lo superfluo de nuestra condición animal y elevarse a un nivel mas espiritual y sobre todo irreal.
Antes de dar paso al disco de esta semana, y después de esta aburrida reflexión me gustaría introduciros, aun mas si cabe, y de una manera muy superficial en el resultado final de un proceso breve, pero desde luego intenso y lleno de cambios; un proceso que comienza en 1995, el año en que Radiohead publicó su segundo disco, ya después de haber saltado al panorama internacional con Pablo Honey, y un año después de la muerte de Kurt Cobain, el comienzo del decaimiento del Grunge.
A lo largo de la última década y la que la precedió, el panorama musical nos ha mostrado un valle incierto lleno de muchos grupos que estaban formados por gente que iba por allí de pasada; sin embargo, también hubo otros tantos que dejaron huella y algunos de ellos bastante sobresalientes, llegando incluso a la cima de lo que cualquier músico o artista puede aspirar: la eternidad. Radiohead se ha convertido con creces en uno de esos grupos y Thom Yorke, a mi modo de ver, en un dios de la música. Durante este tiempo Radiohead tiene ya 8 discos a sus espaldas y Thom Yorke uno en solitario y otro, el disco del que hoy se habla, con un nuevo supergrupo formado por Thom Yorke, Flea (bajista de los Red Hot, ni mas ni menos) Nigel Godrich (productor de Radiohead), Joey Waronker (su madre le conoce) y Mauro Refosco (productor de R.E.M, Johnny Cash, Paul McCartney y Nelly Furtado). Es un grupo del que ya se sabía hace tiempo y del que se esperaba un nuevo disco por estas fechas. Se llaman Atoms for Peace y su álbum ha sido bautizado con el nombre de Amok (haciendo referencia al síndrome de Amok).
El disco tiene un sonido que sigue la línea de The Eraser, muy electrónico y rítmico, ya se sabe que Yorke es de los pocos que hoy en día aprovechan los nuevos medios para hacer una música interesante. No voy a comentar todas y cada una de las canciones porque cada una de ellas encierra una verdad distinta según el que las escucha, pero si voy a poner la canción que da inicio al disco, no es mi favorita pero es perfecta para  meterte de lleno.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Let's get lost.

Estamos a finales de los años 20, concretamente en 1929 año de la gran depresión, la segunda guerra mundial estaba por llegar y el estallido de la bolsa de Nueva York puso punto y final a aquellos felices años, en los que la gente se reunía en los honky tonks y escuchaban atentamente las piezas de todas esas grandes orquestas de jazz (Benny Goodman, Duke ellington...) mientras bailaban desenfrenados hasta altas horas de la noche joven y siempre brillante de la ciudad. La sociedad y la economía se hundieron como nunca lo habían hecho y todo eso daría para rato. Hasta la segunda guerra mundial no quedaría todo zanjado, fueron unos años difíciles es cierto pero en medio de toda esa difuminidad terminaría por surgir un haz de luz tan claro como efímero. Fue en el mismo año de 1929 cuando se dio el nacimiento de Chet Baker, para los que no lo conozcan nada mas verle terminaran prendidos de su música si no de su particular belleza (advertencia para las damas) y para los que ya lo conocemos aun seguimos desorientados tras su ultimo fraseo trompetístico, en un mundo que va poco a poco cogiendo color y textura después de una larga época imbuido en su característico blanco y negro.
La música de Chet Baker era elegancia, adultez mezclada con un melancólico infantilismo expresado en su poesía tan llena de contrastes, de contradicciones y conflictos interiores. Chet Baker era un niño infeliz en un mundo demasiado ortodoxo para su sensibilidad superior y, sobretodo, demasiado asfixiante para alguien que durante toda su vida estuvo ansiando la libertad absoluta, una libertad a la que tan solo era capaz de llegar a través de su música como tantos otros, aunque Chet siempre de una manera diferente ostentosa de belleza, pavoneándose con gracia de su elegancia e inteligencia, casi podría decirse que Chet Baker al contrario que el resto de seres humanos,  fue marchitándose por dentro mientras su aspecto cada vez cobraba una forma mas perfecta hasta llegar a un punto en el que sólo el podría terminar con esa desdicha.
En 1988 Chet Baker falleció lanzándose por la ventana de un hotel de Amsterdan después de un fuerte chute de heroína y cocaína. Ya se supo desde el lugar de donde vino que poco habría que esperar a que crecieran las alas de nuestro amigo y echara a volar.



sábado, 27 de octubre de 2012

Debussy, la perdición de nosotros en nosotros.

Hoy me apeteció compartir una pieza de piano, de Debussy en particular, una pieza llena de magia y singularidad, la magia y la singularidad que siempre han caracterizado al impresionismo.
El impresionismo tuvo sus albores en Francia donde autores de la talla de Ravel, Debussy o Faure (aunque también Falla y otros muchos tienen obras impresionistas) fueron capaces de crear un mundo propio con tan solo una premisa común: la sustitución de la emoción por la impresión.
En el impresionismo musical al igual que en el pictórico se hace especial hincapié en los detalles ,que en cualquier obra de otro genero serían considerados como nimiedades, para dar lugar a la creación de una obra que se alimenta de su propio misterio y exotismo. Las emociones se nos muestran como un esbozo, se esconden de si mismas para ofrecernos una visión distorsionada de nuestro propio ser, un viaje onírico hacia nuestros adentros donde todo cobra la forma de un fantasma meditabundo y juguetón, que intenta confundirnos y lograr que por un momento lo que nos rodee sea pura magia, nuestro día a día, nuestra realidad que hemos creado con los años y la de el mundo en sí se desmenuza para convertirse, sin que apenas nos demos cuenta, en algo que redescubrimos con ojos nuevos, lleno de referencias de las que quizás no nos dimos cuenta con la monotonía de la rutina.
Nos sumergimos en la niebla por unos instantes para perdernos en nosotros mismos y jugar a disfrazar la apariencia de la realidad con divertidos antifaces de colores solo para verla mas nítida, mas abierta porque solo haciendo participe a la realidad de nuestra mas profunda fantasía la animamos a descubrirse ante nosotros a conocerla como si esta poseyera una identidad propia.
Debussy fue, al menos por lo que he visto a través de su música, un hombre extraordinario que veía la vida con verdadera cotidianeidad, de una manera muy cercana, casi como si todo lo que le rodeara le fuese familiar y pudiera hacer de cualquier suceso todo un mundo lleno de matices e impresiones, como si hablar del mundo y la vida en general fuese en realidad hablar de si mismo y en cierto modo así era, quizás nos hizo ver con su música que en realidad no hay individualidad, que todo se diluye en un todo y que todo eso perdura en nuestra identidad, se mantiene vivo gracias a nuestras distintas perspectivas del mundo, gracias a nuestras distintas impresiones sobre el.
La pieza en concreto que quería mostrar se titula Arabesque numero 1 y es interpretada por Gieseking considerado por muchos uno de los mejores interpretes al piano de Debussy si no el mejor.
El principio se podría describir como si se cayera en un sueño repentino en el que, una vez instalados en esa realidad fantástica sostenida apenas por los hilos de unos virtuosos títeres que intentan con toda su destreza mantenerla, flotáramos en la inmensidad de lo desconocido, para terminar de bruces con los pies en la tierra ansiando un poco mas de ese dulce sueño musical.